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“La cantidad es mínima, la que está operando. No vamos a sacar la totalidad de los buses porque no toda la gente tiene una permisividad para trabajar. Solamente puede trabajar la gente de blanco, los que trabajan en la farmacia, los que trabajan en la estación de servicio, los funcionarios públicos de nueve de la mañana a dos de la tarde, entonces, sabemos que los empleados de los supermercados trabajan hasta las ocho y media. Tenemos el transporte para las ocho y media previsto para ellos”, dijo Ruiz Diaz a ABC. 

“Hay mucha tela que se tiene que cortar en ese sentido, no es que se cancela nomás el itinerario. Acá hay empresas de transporte que están prestando el servicio con contratos firmados con el Gobierno; si se les cancela, entrarán a seguramente dirigir otras discusiones y una de las más importante es: ¿Después quién presta el servicio? ¿Se va a llamar a licitación? ¡Fantástico! ¿Cuántos años va a durar una licitación internacional? ¿Quién tiene la capacidad económica hoy de invertir en la compra de 1.900 buses cuando la rentabilidad de pasajeros se redujo en un 80%? Nosotros no consideramos que esa sea una ley castigo, no la vemos así", expresó. 

“De desaparecer el subsidio al transporte público, el que paga las consecuencias es el pasajero, porque el precio sube en el porcentaje en el que desaparece el subsidio. Hoy, el decreto establece que el precio del pasaje diferencial es de G. 4.062; el pasajero pagará G. 3.600 y el Gobierno pagará G. 4.062 por el subsidio. Entonces, de desaparecer el subsidio, el pasajero terminará pagando los G. 4.062. Hay que entender de una vez por todas que el subsidio es a los pasajeros, no al transporte”, refirió. 

"Al empresario no se le regala un centavo; es para que el pasajero pague menos de lo que debe pagar. No le afecta al empresario que se retire o no se retire; es más, hasta sería más rentable que desaparezca el subsidio porque estaríamos cobrando un pasaje al contado y no estaríamos esperando 30, 60 o 90 días”, acotó. 

“El Gobierno quiere que sigamos manteniendo nuestro servicio. Entonces, lo mejor que queremos hacer es llegar a las pérdidas compartidas: nosotros pagamos el sueldo de nuestros choferes, corremos con el costo de mantener la operación, hay que pagarles a los inspectores, a los que desinfectan los buses… Entonces, hay toda una estructura que hay que mantener y que ellos carguen los combustibles. Nosotros no pusimos un costo. Ya no pasa por una cuestión de rentabilidad, sino de subsistencia. El empresario de transporte ya no puede hacer frente a la carga de combustibles, es una situación muy sencilla a entender: ya no hay dinero”, manifestó.