Gentileza.

La decisión no sentó nada bien a Boca Juniors, Román Riquelme fue uno de los mayores detractores, "No han querido que pasemos". El árbitro tuvo que ser avisado por sus asistentes porque el fuera de juego lo calificaron como "interpretable".

La jugada tuvo su historia, al principio se revisó una posible falta a Everson. Aunque dicha idea fue desechada con rapidez, ya que se observa claramente que el arquero brasileño no atrapa el balón con solvencia. Pero posteriormente los asistentes arbitrales decidieron revisar un posible fuera de juego.

Luego, tras varios minutos de espera, solicitando el "punto de contacto", una marca difícil de conseguir dada la escasa distancia entre atacante y defensor. Tendría que estar bien identificado el momento en el que parte la pelota de los pies de quien tira el centro. Los asistentes tuvieron que trazar bien las líneas, conseguir el momento exacto, para tratar de demostrar la legalidad en la posición del atacante. Los asistentes solicitaron tiempo al colegiado principal, requerían de la mejor toma posible.

Aunque a primera instancia dieran el gol como válido, en la segunda comprobación, según sus líneas, el jugador de Boca se encontraba en fuera de juego. Lo siguiente fue hacer que el juez principal decida si interfirió o no en la jugada que terminó en el error del arquero Everson y el gol de Weigandt. Cuando Ostojich ve la repetición en la pantalla de campo del VAR, coincide que el Pulpo "va en busca del balón e interfiere al portero".

El colegiado principal dio la razón a sus asistentes, consideró que Diego González interfiere en la jugada. Causando la indignación de Boca Juniors, siendo el detonante, de todo lo sucedido a posteriori.

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