Un nuevo estudio publicado en Journal of the American Geriatrics Society demuestra una relación directa entre la ingesta de refrescos de dieta y una mayor obesidad abdominal en adultos mayores a los 65 años de edad.

Los alarmantes resultados cuestionan la seguridad de consumir regularmente gaseosas dietéticas, los cuales no sólo aumentan la cantidad de grasa en el vientre sino que contribuyen a una mayor probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares y síndrome metabólico; una combinación de factores de riesgo que conducen a la presión arterial alta, diabetes, obesidad y derrame cerebral. 

La OMS estima que en 2014, 1.9 mil millones de adultos alrededor del mundo presentaron sobrepeso, de los cuales 600 millones padecen obesidad. En un esfuerzo por combatir la obesidad, muchas personas intentan reducir su consumo de azúcar sustituyéndola por edulcorantes artificiales como aspartamo, sacarina, o sucralosa.  Sin embargo, conforme ha aumentado el consumo de edulcorantes, también lo ha hecho la prevalencia de la obesidad. 

Un equipo de investigadores liderado por Sharon Fowler, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, midió periódicamente la estatura, peso, circunferencia de la cintura y consumo de refrescos de dieta de 149 personas (mexicanos, europeos y estadounidenses), mayores a los 65 años de edad, durante más de nueve años. 

Encontraron que la circunferencia de la cintura aumentó casi el triple entre las personas que bebían refrescos de dieta regularmente, en comparación con quienes no lo hacían. Tomando en cuenta otros factores potenciales, constataron que, durante el tiempo de estudio,  la cintura de los voluntarios aumentó en promedio .77cm en quienes no bebían refresco, 1.76cm en quienes los consumían ocasionalmente y 3.04cm en quienes lo hacían crónicamente.