“Es un mecanismo muy similar a como actúan algunas drogas, y es aquí donde nace el concepto de ‘adicción a la comida’. Para intentar corregir los malos hábitos de alimentación por ansiedad, es imprescindible localizar los motivos por los que se están produciendo”. Los especialistas Ana Montes y Miguel Navarro comentan que existen tres básicamente.

Sensación de pérdida de control. “Proviene de la incapacidad de controlar la cantidad de comida que consumimos cuando estamos experimentando un estado ansioso. Después de comer llegan la culpa o la vergüenza”.

Comer, pero sin hambre. Al continuar comiendo, pese “a estar saciados, para conseguir una distracción de otros problemas y estabilidad emocional”, publicó.

Ingerir alimentos en situaciones de ansiedad y estrés. Sobre todo, “ante una situación de inquietud y temor se recurre a alimentos poco saludables con la finalidad de combatir estas emociones; básicamente se toman dulces, snacks o carbohidratos”.